"Según el Magistral, iba pregonando su gloria. Don Fermín no presidía este entierro como el del miércoles, pero celebraba con él su nuevo triunfo. Caminaba cerca de Ana, casi a su lado en la fila derecha, entre otros señores canónigos, con roquete, mucete y capa;empuñaba el cirio apagado, como un cetro. "Él era el amo de todo aquello.Él, a pesar de las calumnias de sus enemigos, había convertido al gran ateo de Vetusta haciéndole morir en el seno de la Iglesia; él llevaba allí, a su lado,prisionera con cadenas invisibles, a la señora más admirada por su hermosura y grandeza de alma en toda Vetusta". (Pág.607)
La Regenta de Leopoldo Alas, Clarín (Ed. El País,Clásicos Españoles,2005).
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